Empieza el otoño. Los días se hacen cada vez más cortos y la luz del sol disminuye. Nos invade cierto aire de melancolía y nuestro estado de ánimo se ve afectado. Podemos incluso sentirnos desanimados, con cansancio… hasta con ganas de comer dulce! ¿QUÉ ME PASA?
Todos estos síntomas son propios de una persona con depresión estacional. Se caracteriza por ser similar a la astenia primaveral pero se da a principios del otoño. Es algo parecido a lo que sucede en algunos animales, que disminuyen su actividad (e incluso hibernan).
Y… ¿Cuál es el motivo? Pues principalmente por la disminución de la luz solar. Al reducirse el número de horas de sol, nuestro cuerpo ya no fabrica la misma cantidad de serotonina, un neurotransmisor relacionado con nuestro equilibrio y bienestar emocional. A su vez, también aumenta el nivel de melatonina, hormona que ayuda al sueño, por lo que podemos explicar la sensación de fatiga o somnolencia.
Entonces… ¿Qué podemos hacer para evitarla? Una serie de claves que ayudan son:
– Practicar ejercicio moderado diario (por ejemplo caminar 30 minutos al día). Es la mejor forma de generar endorfinas, las hormonas que de forma natural ayudan a nuestro sistema inmunológico y nuestro estado de ánimo
– Buscar zonas con luz (incluso la artificial). Se trata de aprovechar las horas de luz natural
– Seguir una buena y variada alimentación
– Márcate unas metas realistas y ajustadas. Proponernos de cara al otoño e invierno unas metas desproporcionadas que no se cumplen hará que nos frustremos y caigamos en un estado de ánimo negativo.
Tristeza otoñal
Empieza el otoño. Los días se hacen cada vez más cortos y la luz del sol disminuye. Nos invade cierto aire de melancolía y nuestro estado de ánimo se ve afectado. Podemos incluso sentirnos desanimados, con cansancio… hasta con ganas de comer dulce! ¿QUÉ ME PASA?
Todos estos síntomas son propios de una persona con depresión estacional. Se caracteriza por ser similar a la astenia primaveral pero se da a principios del otoño. Es algo parecido a lo que sucede en algunos animales, que disminuyen su actividad (e incluso hibernan).
Y… ¿Cuál es el motivo? Pues principalmente por la disminución de la luz solar. Al reducirse el número de horas de sol, nuestro cuerpo ya no fabrica la misma cantidad de serotonina, un neurotransmisor relacionado con nuestro equilibrio y bienestar emocional. A su vez, también aumenta el nivel de melatonina, hormona que ayuda al sueño, por lo que podemos explicar la sensación de fatiga o somnolencia.
Entonces… ¿Qué podemos hacer para evitarla? Una serie de claves que ayudan son:
– Practicar ejercicio moderado diario (por ejemplo caminar 30 minutos al día). Es la mejor forma de generar endorfinas, las hormonas que de forma natural ayudan a nuestro sistema inmunológico y nuestro estado de ánimo
– Buscar zonas con luz (incluso la artificial). Se trata de aprovechar las horas de luz natural
– Seguir una buena y variada alimentación
– Márcate unas metas realistas y ajustadas. Proponernos de cara al otoño e invierno unas metas desproporcionadas que no se cumplen hará que nos frustremos y caigamos en un estado de ánimo negativo.
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